miércoles, 24 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD


Esta noche, en medio de la quietud y silencio de ese pequeño resto de justos, los hijos comienzan a regresar y lo hacen en el Hijo que aceptó ser hermano para acompañarlos en el camino. Ese Hijo, del cual el Ángel le había dicho a San José que “salvaría a su pueblo de todos sus pecados” (Mt. 1: 21). Todo es tierno, pequeño, silencioso: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado” (Is. 9: 5); “esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc. 2: 12). El reino de la apariencia, el autosuficiente y fugaz, el reino del pecado y la corrupción; las guerras y el odio de siglos y de hoy se estrellan en la mansedumbre de esta noche silenciosa, en la ternura de un niño que concentra en sí todo el amor, toda la paciencia de Dios que no se otorga a sí mismo el derecho de decepcionarse. Y, junto al niño, cobijando las ilusiones de Dios, está la Madre; su Madre y nuestra Madre que, entre caricias y sonrisas, nos sigue diciendo a lo largo de la historia: “Hagan todo lo que Él les diga” (Ju. 2:5).
Esto es lo que quisiera compartir hoy en la paz de esta noche santa: nuestro Dios es Padre, no se decepciona. Espera hasta el final. Nos ha dado a su Hijo como hermano para que caminase con nosotros, para que fuese luz en medio de la oscuridad y nos acompañara en el aguardar “la feliz esperanza” definitiva (Tit. 2:13).
Nuestro Dios, el mismo que sembró sus ilusiones en nosotros, el mismo que no se concede decepcionarse de su obra, es nuestra esperanza. Como los Ángeles a los pastores quisiera decirles hoy: “No tengan miedo”.
No le tengan miedo a nadie. Dejen que vengan las lluvias, los terremotos, los vientos, la corrupción, las persecuciones al “resto” de los justos... (cfr. Mt. 7: 24-25).
No tengan miedo siempre que nuestra casa esté cimentada sobre la roca de esta convicción: el Padre aguarda, tiene paciencia, nos ama, nos manda a su Hijo para que camine con nosotros; no tengan miedo mientras estemos cimentados sobre la convicción de que nuestro Dios no se decepciona y nos espera.

Esta es la luz que brilla esta noche. Con estos sentimientos quieremos deseales FELIZ Y SANTA NAVIDAD.

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